Sombras de camellos al atardecer sobre las dunas del desierto de Agafay, Marruecos

Si buscas aventuras, Marrakech es tu destino

Una mañana cultural en la Medersa Ben Youssef

Mi segundo día en Marrakech empezó con un delicioso desayuno en el riad. Para esa jornada, había reservado con antelación una excursión al desierto de Agafay, que, según lo que había investigado, quedaba bastante cerca de la ciudad. Como la excursión duraba aproximadamente seis horas y comenzaba por la tarde, tenía la mañana libre para seguir explorando.
Decidí visitar la Medersa Ben Youssef, una construcción impresionante que fue, en su época, uno de los centros educativos más importantes del mundo islámico. Personalmente, me encanta la arquitectura árabe, y este edificio no decepciona.
La entrada tiene un costo muy asequible y el lugar está en excelentes condiciones. Al entrar, me maravillé con los intrincados detalles tallados en madera y yeso, y con su hermoso patio central, perfecto para tomar fotos espectaculares. Jugué y experimenté con mi cámara, capturando cómo la luz del sol iba bañando lentamente el espacio. Luego recorrí las pequeñas habitaciones que rodean el patio, imaginando cómo vivían y estudiaban los alumnos en aquel entonces.
Al salir, seguí explorando los alrededores y me detuve a almorzar en una preciosa terraza al sol, donde probé un delicioso falafel acompañado de un refrescante hummus.
💡 Consejo práctico: muchos lugares en Marrakech no aceptan tarjeta, así que es muy recomendable llevar efectivo contigo.

Mujer explorando la arquitectura árabe de la Medersa Ben Youssef en Marrakech

Excursión al desierto de Agafay: emoción y libertad

Después de comer, me dirigí al punto de encuentro para comenzar la aventura. Me recogieron muy cerca de mi riad, lo cual fue ideal. Subí a una miniván junto a otros turistas de distintas nacionalidades y comenzamos nuestro trayecto hacia el desierto.
El paisaje iba cambiando a medida que nos alejábamos de la ciudad, aunque no vi demasiado… porque me quedé dormida en el camino. Entre el calor de Marrakech, la música suave y un guía que no paró de cantar (lo cual fue peculiar y divertido), fue imposible mantenerme despierta.

Primera parada: buggies y adrenalina

Al llegar al desierto, la primera actividad fue montar en buggies. Confieso que me daba bastante respeto, porque nunca había conducido uno. Al principio dejé que otra persona manejara por mí, y fue divertido. Pero luego pensé: «Ya lo he pagado, y no me pienso ir sin ni siquiera haberlo intentado.» Así que me animé… ¡y sorpresa! Resultó que se me dio genial.

Mujer conduciendo un buggy en el desierto de Agafay durante una excursión desde Marrakech

Superar miedos y ganar confianza

Al principio fui despacio, pero poco a poco gané confianza y subí la velocidad. Me sentí libre, feliz, ¡incluso terminé yendo más rápido que todos los demás! Disfruté muchísimo recorriendo las dunas y hasta hice un pequeño salto, imitando a los guías. Puede parecer un detalle menor, pero me sentí empoderada. Esta experiencia me recordó que no debo dudar de mí misma y que, como en todo, hay que atreverse a intentar. Nunca olvidaré lo que significó para mí conducir ese buggy.

Camellos, aceite de argán y tradición

Después de descansar un poco, hicimos un paseo corto en camello, más que nada para tomarnos una foto emblemática. Fue breve, pero me hizo reflexionar sobre cómo, en tiempos antiguos, los camellos y sus dueños recorrían el desierto para comerciar y ganarse la vida.
Luego, hicimos una parada en un pequeño campamento donde un grupo de mujeres —no especialmente amables, he de decir— nos mostró cómo se produce el famoso aceite de argán, tan popular en la región.

Sombras de camellos al atardecer sobre las dunas del desierto de Agafay, Marruecos

El momento mágico: la puesta de sol

Tras la visita, nos dirigimos al lugar donde cenaríamos en el desierto. Durante el trayecto, recordé algo que me dijo una mujer en el zoco, mientras yo miraba una de esas lámparas marroquíes con cristales de colores: “Cuando veas la puesta de sol en el desierto, entenderás por qué nuestras lámparas están talladas así.”
Y sí, lo entendí. Es difícil explicar con palabras lo que sentí. El sol poniente teñía las dunas de un rojo intenso, mientras el cielo pasaba lentamente de los tonos cálidos a un azul profundo. Los camellos a lo lejos se veían como sombras enigmáticas y el color ocre de las dunas contrastaba con el cielo estrellado que comenzaba a asomarse. Fue una escena mágica e inolvidable.

Cena bajo las estrellas

La cena en el desierto fue sencilla; nada especialmente destacable, pero comprensible dadas las condiciones del lugar. Allí no solo estaba nuestro grupo, sino varios más, de diferentes empresas de excursiones.
Disfrutamos de una típica danza y música marroquí alrededor del fuego, y luego vimos un espectáculo de fuego bajo las estrellas. Fue un momento alegre y especial, lleno de buena energía y sonrisas. Después regresamos a Marrakech, cansados pero felices, y así terminó esta mágica aventura por el desierto de Agafay.

Una experiencia que me transformó

Este día me recordó que los viajes no solo nos muestran paisajes nuevos, sino versiones nuevas de nosotros mismos. Aventurarme al desierto me enseñó a confiar más en mí, a soltar mis miedos y a atreverme, incluso cuando dudo.
Marrakech me sigue sorprendiendo a cada paso… y aún me queda un día más para disfrutar, perderme entre sus colores y, claro, ¡hacer muchas compras! 🛍️
🌅✨ ¿Te animarías tú a una aventura así en el desierto? Cuéntamelo en los comentarios. Y no te pierdas la próxima entrada, donde te contaré cómo fue mi último día en esta ciudad mágica.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio